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VIDEOINSTAL·LACIONS X ANIVERSARI |
PROJECCIONS MONOGRÀFIQUES |
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JIMJAK / MABEL PALACÍN / ELISABET PRANDI |
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SELECCIÓ DE VÍDEOS PER A PROJECCIÓ ARTICLE DE JONAS BENARROCH |
JIMJAK O EL JANSENISMO DEL MONTAJE JONAS BENARROCH
Dos. Imágenes convulsas que sugieren sombras espectrales y dolorosas. Sonidos atmosféricos, gemidos agónicos y ecos de repetitivas máquinas amenazantes. Las piezas en formato BeatMe tienen una cualidad poderosamente onírica impulsada por emociones de deseo y temor; son representaciones de una misma pesadilla sostenida en el tiempo y atravesada por una desesperación metafísica: la imposibilidad del Yo y la imposibilidad de un encuentro real con el Otro. Uno. Héroes famosos del cine popular gritan, saltan, pegan y dan golpes repetidamente, con un ritmo calculado y a intervalos muy precisos, entretejiéndose en una composición minimalista de música concreta. Los VideoMusic son una aproximación subversiva, iconoclasta, maquinista y antimelódica al video musical. Son más música que imagen: sonidos organizados musicalmente que pueden funcionar con autonomía de la banda de imagen. Si también son imagen es porque son músicas para ver y para disfrutar, en el sentido más feliz y travieso de la palabra disfrute. Cero. VideoMusic y BeatMe son dos experiencias estéticas muy distintas, pero las fronteras entre ambos formatos son muy porosas y hay más rasgos de continuidad que de ruptura: no narratividad, reutilización del footage, preponderancia del sonido, minimalismo, maquinismo y procedimientos de montaje según parámetros musicales como la repetición y el intervalo. Lo que ha mutado de un formato a otro es sobre todo la sintaxis: de la matemática entusiasta al atormentado verso libre. En el recorrido de uno a otro formato ha evolucionado también la manera de entender y utilizar las imágenes: mientras que en VideoMusic las imágenes están despojadas de significado intrínseco y sólo sirven como soporte visual de sonidos articulados musicalmente, en BeatMe JimJak enseña a no-ver las imágenes, sino a sentirlas, llevando al espectador a desprenderse de su mirada analítica. Otro rasgo distintivo relevante entre ambos formatos es la incorporación en BeatMe de motivos procedentes del pensamiento postestructuralista: citas de Deleuze y Lacan en forma de textos que se escriben en pantalla, o de voces que suenan cíclicamente en la banda de sonido y que evocan mandatos del Big Brother resonando en el inconsciente. JimJak es un artista obsesivo de la combinatoria y trabaja en series explotando las variables de articulación de sonidos, imágenes y textos que le ofrecen las pautas sintácticas que él mismo inventa; unas autorreglas de juego que aplica con tanto rigor que no es exagerado proclamar que es un jansenista del montaje, en réplica del artículo titulado William Wyler ou le jansénisme de la mise-en scène, con el que André Bazin defendía una vez más que la esencia del cinematógrafo residía en técnicas de puesta en escena realistas y proclamaba su aversión a los artificios del montaje por ser éste un procedimiento bastardo. En todo su recorrido creativo JimJak utiliza el montaje como principal herramienta de producción de significado, asumiéndolo no como un instrumento narrativo para recrear ilusiones de unidad espacio-temporales, sino como una estrategia constructivista de recombinaciones, yuxtaposiciones y variaciones de muy pocos fragmentos de sonidos e imágenes para crear así paisajes sonoros (VideoMusic) o virtuales (BeatMe). Oliver Szymczak (aka JimJak) empezó su andadura creativa como estudiante de musicología a finales de la década de los 80. Escribió su tesis sobre el videoclip, focalizando en cómo los géneros musicales se integran en diferentes lenguajes cinematográficos. Se encontró en su investigación con el cine experimental de los años 20, un cine que se movía al margen de las grandes tendencias basadas en estructuras narrativas, ya fuera de origen literario o documental, y que cada vez más se consolidarían como dominantes e incluso excluyentes. Concedo más valor a las fuentes originales que a las interpretaciones. Decido que JimJak revele algunas claves de su universo creativo experimental. Conversamos: JB –Empecemos por el principio: el descubrimiento del cine de Fischinger, Ruttmann, y también de Vertov y otros, fue para ti un propulsor hacia la exploración de un lenguaje audiovisual personal estrictamente antinarrativo y construido con elementos propios de la música, pero al mismo tiempo muy distante de los videoclips. JJ–Las películas de estos cineastas experimentales estaban más enfocadas hacia la música y la pintura, abriendo la percepción del tiempo, abriendo los timelines cotidianos, y usaban parámetros muy cercanos a los de la música. Los videoclips copian mucho de ellos pero de una manera muy comercial; ya no son experimentos, son embalajes para decorar la imagen de la banda, para venderla mejor… Yo quería volver a la fase “experimental” un poco con filosofía tipo “hacker” y reutilizar el material de forma diferente para encontrar perspectivas nuevas de algo ya conocido. Quería revivir los experimentos; cómo usar imágenes, no en un plano narrativo sino abriéndolas a un plano emocional, como en la música. Hay que sentir la música, no entenderla: densidades, pausas, arriba - abajo, sin sentido concreto. JB –Los procedimientos musicales son el eje sobre el que se articula tu obra. En BeatMe has incorporado citas de Deleuze y Lacan como footage sonoro. Es interesante la reutilización de estas frases sueltas; te apropias de las citas de la misma manera como te apropias de una imagen de Bibi Andersson o Monica Vitti: las aíslas de su contexto original, las conviertes en un motivo textual único y las repites cíclicamente como parte integrante de una composición musical. ¿Por qué precisamente estos autores? JJ –Deleuze y Lacan tienen un interés profundo de levantar la manta de lo conocido y acordado para ver si debajo hay algo más. Deleuze lo hace con la filosofía, creo que le interesa más expresar lo que hay detrás de las ideas/pensamientos que usarlos. Su lenguaje, sus imágenes funcionan como un bisturí más que como un pincel. Lo mismo ocurre con Lacan; aunque evidentemente es más “impostor”, casi inaguantable. Ambos están navegando en el horizonte del lenguaje y de las ideas. Los admiro. Con BeatMe intento seguir este método. Poner en cuestión la superficie plana de la percepción cotidiana. JB –Hay en tu sitio web una captura de pantalla del Patch de BeatMe. Esta imagen gráfica me interesa porque evoca una tarjeta perforada del telar de Jacquard y creo que define muy bien las características conceptuales y procesuales de tu trabajo. El Patch no es una imagen en sí misma, sino una interfaz, un sistema de control y recombinación, un tablero digital para gestionar los sonidos, las imágenes y los textos de los que te has apropiado, y obtener un producto audiovisual no lineal. La singularidad de BeatMe está en el procedimiento de montaje codificado digitalmente, con el cual pretendías, paradójicamente liberarte del montaje. JJ –En el montaje tradicional (que curiosamente se llama off line, aunque es totalmente “lineal”) el ensamblaje del material original (grabado), tanto imagen como sonido, está compuesto en una secuencia o timeline (un término que me gusta mucho) de una forma estática. El proceso sigue una flecha temporal unidireccional (como la película misma), de izquierda a derecha, del principio al final. Podríamos decir que las películas (aparte de unos pocos films experimentales) siguen un orden narrativo. El proceso de BeatMe es muy diferente a esto, casi opuesto. Sigue una temporalidad circular que es característica de la música; intento aplicar parámetros que vienen de la música para organizar imágenes. A través de la repetición (o casi repetición: en la variación) cambia el foco de la atención: con cada iteración me libero más de la necesidad de entender la imagen “grande” y me fijo más en los detalles que al principio no tenían importancia. Con cada mirada repetida perdemos más la necesidad de entender la imagen y la “sentimos” más. JB –Los materiales que utilizas son siempre muy similares, lo que hace que tu trabajo tenga unas constantes formales inconfundibles y una coherencia interna muy fuerte. La impronta de autor está tan definida que todo parece indicar que concedes muy pocas oportunidades al azar, que no eres de esos creadores (creadores menores, según Léos Carax) que “abandonan lo que buscan por lo que encuentran”. Quisiera saber en qué medida dejas a lo aleatorio intervenir de una manera creativa en el proceso de producción. JJ–En cuanto empiezo a hacer un video en formato BeatMe nunca tengo una idea clara del resultado concreto. Es una ventaja grande poder manipular lo que veo y oigo en tiempo real, ir cambiando parámetros y evaluar los resultados en vivo. Es como tocar un instrumento buscando sacar la melodía que tengo en mente. Y muchas veces veo y escucho cosas que me hacen cambiar de dirección en el camino que llevo. Quiero decir que mis vídeos no son un resultado plasmado a partir de una visión que he tenido antes de empezar, sino una posible forma de algo que me han propuesto ellos mismos. Me veo más como comadrona que como creador. No obstante elijo los materiales, las imágenes y los sonidos que uso cuidadosamente; juntos combinan múltiples posibilidades, lo que fijo en el momento es el congelado de una posibilidad; la próxima vez será diferente pero similar. JB –BeatMe en su formato Live es un procedimiento mixto que incorpora tu presencia delante de la pantalla tocando el bajo e interactuando libremente con la proyección. Creo que la introducción del bajo en vivo viene determinada por una necesidad de encajar el free jazz en tus trabajos (ya que eres un devoto de este género); y por otro lado me da la impresión de que tu presencia en vivo delante de la proyección traduce una concepción de ti mismo como artista total, una mezcla de autor, realizador, montador, músico, performer y DJ. JJ –La idea de tocar un instrumento en vivo es porque evoca otra calidad (cálido) diferente al frio de lo digital. No es muy sexy tocar en vivo con el portátil, no tiene tacto. Aparte de unas poquísimas excepciones (George Lewis; trombones - electrónica) los resultados siempre son como “pintar según números”, ya sabes, estos libros horribles para niños, en los que hay que rellenar de color formas conocidas. Un instrumento “de verdad” aporta una calidad humana que en los directos es muy importante, porque invita al riesgo de fallar, al error humano. Y las variaciones de intensidad alientan los circuitos neuronales por otra puerta que los perfectos 0/1 de las máquinas. Para acabar, vuelvo al principio por eso de mantener una estructura circular. Lo primero que vi de JimJak, a finales de los 90, fueron sus VideoMusic. Era divertido ver a Tarzán y Bruce Lee saltando y gritando, en un discurso reconstruido según la articulación musical de los sonidos que estas imágenes producían. Pero además era revelador detectar una variante de la categoría Imagen-Tiempo de Deleuze: algo que deberíamos llamar “imagen-ruido”. El uso de las imágenes es mucho más flexible de lo que uno piensa. “Cuando entendí que las imágenes no solo sirven para entenderlas, sino que también se las puede abrir, bucear en ellas, deconstruirlas, me parecía superinteresante hacer ‘imágenes con imágenes’ sin salir del camino musical, cuyo inducido ‘trance por repetición’ proporciona una buena herramienta que crea coherencia”.
JONAS BENARROCH ÉS REALITZADOR DE VÍDEO I PUBLICITAT. TREBALLA COM A PROFESSIONAL INDEPENDENT PER A DIVERSES PRODUCTORES DE BARCELONA I MADRID. .jonasbenarroch.com.
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