Primera lectura ensamblada de la fallida serie Clips Clásicos y Nostalgia. Primera incursión, interrupción o continuidad mediática, bienvenidas al sueño pasado.

Baja resolución en el día Zero: un amanecer en la clara mañana, el aire limpio, el olor de la flor temprana en una primavera de otoño avanzado. Veo en el horizonte bellos rayos que centellean como flechas de luz (estallidos de color inimaginable) en ese mundo donde todo encuentra su sentido.

Boot analógico de construcción mecánica. Una especie de sobrecarga construida a base del encadenamiento de frames en segundos interminables... quizás sin más
deseo que el acto reflejo (la respuesta automática) bajo estimulación mediática profunda. Ocurrido en el año 95, aún recuerdo esas largas tardes apuntando el rayo catódico, acompañado de amigos y la música delicada de los cabezales y los sistemas de arrastre. Copias de quinta generación. Cintas quemadas y arrugadas en sesiones ablandadas por el calor de la electricidad.

Compilación e interpolación de documentos. Interpretación del código o el encanto sin igual de la ausencia de palabras. Escritura basada, según fuentes fiables, en el famoso caso de la Comisión 41. Tiempos de juego peligroso y predicados absolutos, tiempos de pérdida y ocio, sujetos desconocidos como
marionetas hablando palabras de fuego. El acto inaugural, el prototipo permanente y el Domingo de la Súper Salvación.

Transcripción y simulación de los acontecimientos ocurridos en el Día del Tentáculo. Diario de navegación, registros de vuelo. Pájaros de hierro volando hacia el atardecer automático. Caída la noche se mueven en círculos, en una única y reducida área geográfica sin más destino que el propio origen. Malfunciones, inversiones y desplomes, euforia y despegues verticales. Un dedo de gigante de hielo volcó la nave sumergiéndola para siempre en el abismo de agua. Según Kris Kubasik: “Vi luces volando de (A) a (C) sin pasar por (B) trazando un incierto recorrido entre nubes nocturnas, algo iba mal. Centros desplazados y olas gigantes, quizás un simple recorrido o una mirada nula, pero en cualquier caso sentí la llamada del océano austral.”

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La miré con incredulidad y volví a mirar en la dirección que señalaba. Para mi sorpresa, en el aire claro de la mañana pude ver un colmillo blanco, clavándose en el cielo. ¡Qué lejos estaba! Tan lejos qué todavía parecía como un sueño. Sentí una oleada de excitación y me impacienté por estar allí.