Xavier Gavin
ALEX BRAHIM
Hombre del renacimiento contemporáneo, Xavier Gavin es sin duda uno de
nuestros videoartistas más contundentes. Ilustrado en historia,
literatura, artes, crítica cultural y teorías del pensamiento, su
trayectoria se complementa con una experiencia vital intensa,
francamente al límite, en la que expansión de la conciencia,
sensibilidad visceral y una agudísima percepción han marcado un camino
de admirable arrojo y alta resistencia.
Clarividente social y absorbente retenedor de toda suerte de
informaciones y vivencias, ha combinado una tránsfuga pasión por la
cultura de los márgenes y la producción de sentido fuera de la norma,
con un diáfano reconocimiento del imaginario colectivo consensuado.
Dicha conjunción le ha permitido elaborar un corpus de trabajo
vinculado a la condición y expresiones humanas más esenciales,
aquellas que atraviesan a nuestra especie sin distinciones
de orden cultural, desafiando con honestas visiones del mundo y el
hombre a la perversa manipulación y control que desde las estructuras
de poder se ejerce sobre la sociedad.
Hijo pródigo redimido, Gavin ha entrado y salido del orden social, de
la sanidad mental y de la esperanza orgánica de vida en más de una
ocasión, regresando siempre al sí mismo frente al mundo con una
sorprendente superación psíquica, emocional y espiritual. Heredero
histórico de movimientos culturales y trayectorias de vida como las de
los poetas malditos o los beat, su fijación con la imagen en
movimiento comienza desde niño, cuando acostumbraba a rodar, recortar
y pegar cintas de Súper 8 junto a su padre. En plena adolescencia, el
suicidio de su mentor habría de catapultar no sólo una exploración
personal desgarrada y desarraigada, sino un compromiso a largo plazo
con la expresión a través de la imagen como derrotero de vida.
Cine, cómics y videoarte forjan el microcosmos visual que cimienta su
imaginario, acompañados siempre por una irremediable pasión literaria
y musical. Nombres como Federico Fellini, Pink Floyd, Dave McKean,
Bill Viola, Aldous Huxley, David Lynch, Robert Altman, David
Cronenberg, Charles Baudelaire, Andrei Tarkovski, Krzysztof Penderecki,
Tom Waits, William Burroughs, Jim Jarmush, André Breton, John Zorn, Mr.
Bungle, Antonin Artaud, Monty Python, The Cramps, Einstürzende
Neubauten, Paul Virilio, Tanino Liberatore, Jean Baudrillard o Clive
Barker, retumban por igual en su cabeza y su espíritu, componiendo el
unísono audiovisual y conceptual que irriga su evolutiva producción.
Practicante durante años del tatuaje, la pintura y la música, es en el
videoarte donde Gavin ha encontrado el súmmum de su potencial
creativo, permitiéndole conjugar en un soporte concreto las diversas
corrientes y herramientas que infundan su visión del mundo y sus
campos de acción expresiva. En su obra, de elaborada factura con
mínimos recursos, resalta una virtuosidad para captar y proponer
realidades desde una mirada tan diáfana como subjetiva, así como una
constante búsqueda de la excelencia, reflejada en la coherencia
temática y conceptual, una creciente depuración del tratamiento
técnico y una actitud de permanente y siempre renovado compromiso.
Entre sus creaciones se cuentan documentales, videopoemas,
videoesculturas, videoinstalaciones, monocanales y videocreaciones
experimentales que van desde lo narrativo hasta lo fragmentado o lo
pictórico videográfico. Obsesionado por la reconversión y digestión
semántica de los signos en la mente humana a partir de la suma de
sinapsis orgánicas y condicionamientos culturales, la percepción, sus
juegos, variantes y efectos juegan un papel fundamental en su obra.
Esto se hace patente en el tratamiento visual y técnico que desarrolla
ex profeso para cada pieza, mezclando los postulados gestálticos sobre
la atención y los fundamentos del psicoanálisis, para generar siempre
una estructura narrativa diferente y acotada a la voluntad temática o
el tipo de mensaje propuesto. Prueba de ello son la estética
relacional poetizada y de lento tempo de Ausencia, el tríptico
simultáneo de BE LIE VE y el concatenado de FLUID, la linealidad
repetitiva de To 9 God Emperors, o la profusión de pistas simultáneas
en Not the person we know o Perfect Stranger.
Las parábolas de la psique, con los giros internos que comportan en la
reconversión del yo interno frente al otro y el mundo, ocupan también
un espacio crucial en su trabajo, evidenciado desde lo presuntamente
narrativo en BE LIE VE y FLUID y elaborado desde una perspectiva confrontacional con el espectador, al estilo cine psicológico ruso, en
To 9 God Emperors. Tal confrontación es llevada al extremo en
Pixelatedpornoart, sarcástica oda a la relación del cuerpo y sus
funciones con la tecnología y su capacidad de (re)producción del
cyborgsocial sexuado.
Identidad, fragilidad, transparencia de lo extremo, vacío vs. múltiple
eclosión, son también inquietudes permanentes en su trabajo,
desarrolladas en ocasiones desde el más puro minimalismo (Ausencia,
FLUID), pasando por composiciones de mediano volumen de elementos (Perfect
Stranger, BE LIE VE), hasta alcanzar el barroquismo audiovisual en
Pixelatedpornoart y Not the person we know. En proporción con dicha
expansión de elementos en juego, la visión intimista de la
construcción de individuo va aproximándose de manera progresiva a la
percepción del yo como realidad inmersa en el mundo de la saturación
informativa y la manipulación mediática. En tal avance, cuyo clímax es
apreciable en Not the person we know, la pulsión instigadora de Gavin
se aproxima cada vez más a un desafío al espectador como habitante de
la civilización: el reclamo de un posicionamiento desde el libre
albedrío y el ejercicio voluntario de la conciencia crítica y
documentada, pilares fundamentales de la ilustración en su
reivindicación del individuo.
Paradójicamente, en pleno siglo XXI, tales postulados parecen más
desdibujados que alentados, en la presunta atomización del
conocimiento que se nos entrega –cínicamente– como pantalla
estandarizada. Es la deconstrucción y reconstrucción disidente de
dicha pantalla, introduciendo los giros de la subjetividad para
evidenciar mecanismos de control y tramas de poder, el propósito y la
intención de Xavier Gavin. Sin embargo, deudora de las tradiciones más
neoclásicas de la belleza y la poesía, su obra se aferra fielmente a
la necesidad de conmover el espíritu desde la mirada a lo sublime,
bien resida en lo tradicionalmente hermoso (Ausencia, algunos
fragmentos de FLUID o Perfect Stranger) o en lo que la normatividad
entiende como feísmo, brutalidad o degradación (To 9 God Emperors,
Not
the person we know, BE LIE VE).
Dicha suma de voluntades posicionales demuestra en Gavin, a través de
su trabajo, la reivindicación de una nueva escala de valores y un
renovado régimen ético, donde las estéticas no se excluyen o, menos
aún, se califican por grados u oposición. Más bien, en estas
coordenadas desde las cuales nos habla, se hace patente la necesidad
–suya y nuestra– de generar mecanismos modulados de comunicación cuyas
variantes, a veces contradictorias, a veces deseables o repulsivas, no
sean más que múltiples vértices de un mismo lugar ideológico,
emocional y experiencial como seres humanos. Así, desde espacios y
miradas que el imaginario colectivo considera admisibles; desde
lugares y enfoques que lo social normativo entiende por alter, extremo
y oscuro, y desde territorios donde lo uno y lo otro se alternan, se
superponen, o simplemente colindan en una borrosa frontera, Xavier
Gavin refleja y propone en el fondo estrategias esenciales de
elevación de la conciencia individual y colectiva.
Personal y universalista, lúcida, sensible, inconformista y generosa,
la propuesta artística de Xavier Gavin resulta un ejercicio plástico
conceptual integral, de espíritu orgánico sistémico en sus dialécticas
introextrospectivas. Complejos puentes audiovisuales con la condición
humana contemporánea que irrumpen en el sosiego de la inconciencia o
en el vacío propio del vértigo mundano, quebrantando el canon y
preservando, mediante su desplazamiento, la sustancia inherente del
valor como entidad. Un noble compromiso con la creación desde la
provocación y la sugerencia para construir, a través de la experiencia
sensorial y cognitiva y mediante prácticas desestabilizadoras,
desafiantes escenarios simbólicos de orden micropolítico.
“Érase una vez un flipado, un animal médium del medio audiovisual,
entre el chamán y el farsante, con extrema inteligencia desarrollada
en poco cerebro, el de las neuronas aún activas. Érase una cicatriz
superlativa con aspecto de hombre, coreógrafa de la imagen, la
maricona más hetero, una lesbiana biomecánica, hipersexuelle,
ciberpsicópata, post-des-re-estructurada, gráfico andante del
postporno, sueño hecho carne. Érase un provocador, agitador e
irreverente, blasfémico y polémico, un corazón de niño con mente de
cabrón. Érase un estilista de la catástrofe, equilibrista del
desastre, amante de los suyos y jodío con los demás, hacedor fugaz de
tábulas rasas y elitista espiritual. Érase un superhéroe humano que
proponía un combate violento en el que no había más remedio que
participar. Aunque supiese que se había dejado la capa y el disfraz”.
ALEX BRAHIM ES COMISARIO DE ARTE Y TRANSITA GESTIÓN, PRODUCCIÓN,
PROGRAMACIÓN Y COMUNICACIÓN CULTURAL. SU TRABAJO ENFATIZA EN LOS
CÓDIGOS CULTURALES Y SUS ESPACIOS CRÍTICOS DE NEGOCIACIÓN. ELABORA
PROGRAMAS Y COMISARIADOS INDEPENDIENTES CON REGULARIDAD Y COLABORA DE
FORMA PERMANENTE CON VARIOS MEDIOS DE TENDENCIAS Y CREADORES DE
DIVERSAS ÁREAS.
ENTRE SUS PROYECTOS MÁS RECIENTES SE CUENTAN ATASCO DE PAPEL EN LA
CASA ENCENDIDA – MADRID (2008) Y BRUCE LABRUCE: BLOWBACK EN ANTIGUA
CASA HAIKU – BARCELONA (2008).
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