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Geografías de la existencia
El lenguaje videográfico permite a Francesca Llopis establecer una
continuidad sin fisuras entre los paisajes de la mente y la creación
de imágenes autónomas, capaces de verbalizar esos enigmas de la
existencia que se debaten en la espiral del ser.
No en balde, Francesca Llopis ha afirmado “Llevo una naturaleza en la
mente”, un mundo orgánico que se despliega en tramas de bosques
legendarios, lunas que iluminan noches de atmósferas amenazantes, ríos
y mares revueltos, laberintos femeninos que desde la nocturnidad
desbordan energía y se transforman en pura imagen del caos. “Llevo una
ciudad en la mente”, es otra afirmación del mismo signo. Y las
ciudades aparecen como un “orden arquitectónico” contrapuesto al
“orden orgánico”. La arquitectura deviene trama geométrica que impone
sus rígidas leyes, aparentemente reales, a las imágenes tejidas en
sueños. Su último vídeo afirma en el título: “Llevo un gusano en la
cabeza”. Una vez más, esa espiral que lleva implícita el gusano en su
ser, constituye la metáfora perfecta de esa espiral sin fin que nos
lleva al centro del mundo que, en el reino de la subjetividad, no es
más que el centro de sí mismo.
La artista nos convierte en transeúntes voyeurs de ese centro, en
viajeros de ese laberinto en espiral, que se mueve como una luciérnaga
en plena noche y nos invita a pasear in between, entre imágenes, que
transforman a menudo el paisaje real en visiones del inconsciente. La
espiral de Anémic Cinéma de Duchamp ha pasado a ser algo más que un
puro movimiento óptico-cinético de un simple juego de palabras. El
dinamismo de las imágenes superpuestas y su continua transformación en
dobles imágenes va más allá de la recreación visual para revelar un
universo sin fronteras, el de la intimidad del pensamiento, el
discurrir aparentemente automático de las imágenes, que descubre la
profundidad del espacio íntimo o revela “las geografías solemnes de
los límites humanos”, que cantó Paul Éluard en Les yeux fértiles [Los
ojos fértiles] (1936). Esa idea de la doble imagen aparece ya en En-surt
[Entra y sale] (2002), donde un paisaje árido de superficie rugosa,
cual planeta lejano y desconocido, establece un diálogo entre la
sequedad de su superficie y la blandura y blancura de su interior. La
cámara friega los pliegues del tejido, la ropa es la piel y, en su
interior, se produce la metamorfosis de un gusano transformado en
mariposa. Esa es también la sorpresa, l’ensurt, palabra catalana que
significa “susto”, otra interpretación del título. Un viaje del
exterior al interior de una simple sábana blanca metamorfoseada en un
planeta de ensueño.
Con el tiempo, va cobrando fuerza la espiral de doble dirección:
fuera/adentro y adentro/fuera. No resulta extraño que en su vídeo
2 habitacions amb vistes [2 habitaciones con vistas] (2002)
la fuerza centrípeta de la espiral engulla los personajes retratados
bajo un concepto de pintura que avanza hacia el vacío o que en su otra
cinta titulada Xixarra likida [Cigarra líquida] (2004),
la célebre fábula d’ Esopo invierta su sentido moral y la hormiga
perezca víctima de su insaciable avaricia, atrapada en una pipa de
girasol y siendo absorbida por una enorme gota de agua hacia un vacío
infinito, mientras la cigarra sigue cantando despreocupadamente. Una
más de las paradojas de la vida en clave de ficción.
En los vídeos de Francesca Llopis, es el ser que no encuentra un lugar
en medio de laberintos y cavidades, de tránsitos y movimientos, que
hace de la naturaleza su cómplice y de la dialéctica entre
“naturaleza” y “artificio” una acción que desencadena el deseo
erótico. Unas imágenes en que los objetos, personalizados y sexuados
se rebelan frente a la naturaleza, bajo el dictado del instinto. Es el
ejército de moldes de lámparas que, cual los solteros que desvisten a
la novia en el Gran Vidrio de Duchamp, desnudan a la cascada de agua,
motivo femenino por excelencia en el vídeo Homm (2005),
cuyos remolinos se erigen en metáforas de esa energía erótica que
encuentra en las aguas turbulentas la metáfora de lo femenino por
excelencia. Simetrías que se abren y se cierran de fuera hacia adentro
y de adentro hacia fuera, creando esas manchas dobles que los
surrealistas pidieron prestadas a los tests psicológicos de Rorschach
y que la artista pone en movimiento, para mostrar ese extraño límite
entre lo real y lo imaginario, capaz de fusionar sueño y deseo.
Ese maquinismo erótico está presente en Pensaments
[Pensamientos] (2001), el primero de esta serie de vídeos donde el
caos que rige la espiral del ser engulle la realidad hacia un orden
simbólico transportado por un mundo de ensueño, donde la lógica de las
imágenes se escribe en la concatenación de acontecimientos. En la
imagen obsesiva del pensamiento transmutada en sueños, otro ejército
de objetos se masculinizan y rebelan ante el temblequeo de un fenómeno
externo innominado. Unos simples tinteros, objetos célibes
monumentalizados, encarnan seres amenazantes que bailan y repiquetean
ante un súbito terremoto de bajo alcance. La idea de caos sobreviene
cuando un sinfín de placas de cristal se despedazan y caen cual
icebergs en pleno deshielo y son pisoteados con ahínco por la fuerza
destructora de alguien que juega a hacerlos añicos.
La máquina erótica deviene máquina poética en el vídeo Duc un
cuc al cap [Llevo un gusano en la cabeza] (2006), cuando el
automatismo de la máquina que aspira papeles, uno a uno, para su
absorción impresa, crea un ritmo trepidante que contiene esos rasgos
abstractos, gusanos de luz, trazos imaginarios de tintas de colores
que en cualquier momento pueden transformarse en narraciones, cuentos,
historias que nutren nuestro imaginario individual y colectivo. Un
vídeo que nos sitúa al borde del momento creativo, en esa tesitura de
la inspiración que aparece de repente, como una luz en la nocturnidad:
“Qualsevol nit pot sortir el sol” [En una noche cualquiera puede salir
el sol], que cantó en su día Jaume Sisa y que resuena como telón de
fondo casi irreconocible en esa noche maquinista, que en tiempos no
muy lejanos era símbolo de una sociedad que producía en la oscuridad.
En esa sublimación neorromántica del sueño y el deseo tienen cabida
las dobles realidades de la memoria, el horizonte que se desdobla, lo
masculino y lo femenino, lo blanco y lo negro, el retorno a la fuerza
primera, a lo primigenio que encarnan esas agrestes costas gallegas
del cabo Finisterre, donde resuenan los aullidos salvajes de una
naturaleza indómita y mágica. El vídeo es Udolania
(2006), el país de los “udols” [aullidos], palabra catalana que
designa el grito plañidero de ciertos animales como el lobo, el chacal
o el perro salvaje, cuando tienen hambre de comida o deseo sexual.
En los vídeos de Francesca Llopis las cosas hablan por sí mismas. Se
trata de un universo ontológico autónomo, libre e indisciplinado. La
ausencia de figuras constituye una excepción en el trabajo Ni
miratges ni paisatges [Ni espejismos, ni paisajes] (2006), un
universo corporal que convierte la piel y los volúmenes del cuerpo en
montañas exuberantes y monumentales, el ombligo en un cráter y la luna
en el ojo de una escalera, donde se funden de una vez lo orgánico y lo
arquitectónico. Entremedio, el comportamiento casi civilizado de unos
chimpancés que nos recuerdan lo poco alejado que está nuestro cuerpo
de ese instinto animal, que es parte irrenunciable, también, de
nuestra mente.
La mente vista como un tejido cerebral, una inmensa telaraña que como
una espiral avanza sobre sí misma, sin ninguna posibilidad de llegar
nunca a encontrarse. Empresa fallida, como la vida misma, a la que es
difícil encontrar una razón de ser. Dice la autora: “Me da mucho
placer enseñar mis cosas e intercambiar opiniones y de esta manera
saber si tiene algún sentido esta existencia”. Los vídeos de Francesca
Llopis, como ha reflejado su pintura anteriormente o sus trabajos
fotográficos, muestran un desnudamiento del ser, un recorrido por los
recovecos de la interioridad, esas geografías humanas que se sirven
del paisaje para crear un reino de metamorfosis, un enjambre de
mutaciones simbólicas desde la hiperrealidad que ofrece la naturaleza
y la lente de la cámara, un acercamiento a la realidad que parece
crear pinturas en movimiento sobre cristal, en esa cultura
“hiper”/“real” de la sociedad transparente.
Esa cultura de la transparencia a través de cristal del objetivo de la
cámara se halla perfectamente definida en ese vídeo aparentemente
sonoro que es Etcétera [Etcétera] (2004), donde el
bosque se constituye en trama alternante a la urdimbre arquitectónica
de las ciudades, una clara dialéctica entre naturaleza y artificio, al
tiempo que se erige en juego de blancos y negros, positivos y
negativos, que basculan entre el pasado y el presente, la memoria y el
recuerdo de unos seres ausentes, cuyo nombre se pronuncia evocando una
presencia. Las imágenes de tramas arbóreas y cielos transparentes se
impregnan de esos nombres como los cristales de los viejos
daguerrotipos guardaban celosamente el espectro de los seres
desaparecidos. En ese bosque, femenino y maternal, se escucha el ser,
aunque no se ve. Los nombres de centenares de mujeres creadoras de
todos los tiempos resuenan entre las ramas entrecortadas de los
árboles de un bosque, aludiendo a la presencia en el inconsciente de
la pervivencia de laberintos existenciales más allá de la vida y la
muerte.
Relatos del inconsciente, poética que nos remite a una fenomenología
de las imágenes, donde la grandeza de la naturaleza exterior conduce a
la profundidad e inmensidad del espacio íntimo. En Francesca Llopis,
el reino de las imágenes alcanza el trascendente psicológico desde la
espiral del ser, ahora fusionada en la espiral del loop videográfico.
No podía encontrar un soporte más adecuado a la telaraña de su ser.
Por fin, la revolución digital consiguió amansar al Minotauro en su
lucha por salir del laberinto. ¿Fin de una mitología? En cualquier
caso, la artista pone en tránsito las fuerzas superiores y
espirituales del hombre y las inferiores, instintivas, instalándose en
ese hilo mágico que ordena el mundo y que actúa sobre la materia
primigenia, informe y eterna, bajo la novedad de una época que permite
la existencia de la mujer “demiurgo”.
Pilar Parcerisas
HISTORIADORA DE L’ART I CURADORA
D’EXPOSICIONS. HA REALITZAT, ENTRE ALTRES, LES EXPOSICIONS IDEAS Y
ACTITUDES. EN TORNO AL ARTE CONCEPTUAL EN CATALUNYA, 1964-1980…
(1992); JOSEPH BEUYS. MANRESA HBF (1994) AGNUS DEI. EL ARTE ROMÁNICO Y
LOS ARTISTAS DEL SIGLO XX (1996); DALÍ. AFINIDADES ELECTIVAS (2004) I
MAN RAY. LUCES Y SUEÑOS (2006). HA PUBLICAT UNA SELECCIÓ DELS SEUS
ARTICLES A ART & CO. LA MÁQUINA DEL ARTE (2003) I CONCEPTUALISMO(S).
POÉTICO(S), POLÍTICO(S), PERIFÉRICO(S). EN TORNO AL ARTE CONCEPTUAL EN
ESPAÑA, 1964-1980 (2007). << |